miércoles, agosto 06, 2008

El ex misionero



Élder L. Tom Perry

Del Quórum de los Doce Apóstoles

"Lo que necesitamos es un ejército real de ex misioneros, alistados de nuevo en el servicio".

Ustedes tuvieron el privilegio de ir a muchas partes del mundo con objeto de llevar el mensaje del Salvador: una invitación para venir a Él y gozar de los frutos de Su Evangelio; tuvieron el privilegio de vivir en diversas culturas y de aprender diferentes idiomas. También fue una época para edificar su testimonio personal de la misión de Jesucristo.
Con los años, siempre ha sido un honor para mí conversar con ustedes, ex misioneros; muchos añoran regresar y visitar a la gente a la que tuvieron el privilegio de servir; anhelan compartir momentos de sus experiencias en el campo misional; en sus invitaciones de bodas y en el currículum de trabajo escriben algo que los identifica como ex misioneros. A pesar de que ya no llevan una placa misional, parecen ansiosos de identificarse a sí mismos como alguien que ha servido al Señor como misionero; además, recuerdan eso con afecto puesto que descubrieron el gozo del servicio en el Evangelio.
También he aprendido por nuestras conversaciones que la adaptación después de salir del campo misional y el regreso al mundo que dejaron atrás a veces es difícil. Tal vez sea difícil mantener vivo el espíritu de la obra misional cuando se deja de ser misionero regular de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

¿No sería acaso éste un momento oportuno para realizar una autoevaluación a fin de determinar si todavía tenemos la misma relación con nuestro Padre Celestial que la que tuvimos con Él en el campo misional? Si el mundo nos ha apartado de la práctica de la oración, entonces hemos perdido un gran poder espiritual. Quizás sea el momento de reavivar nuestro espíritu misional a través de una oración más frecuente, constante y poderosa.

Al salir del campo misional, ya no tenemos más compañeros que nos ayuden a disciplinar nuestros hábitos de estudio, pero eso no significa que se deba discontinuar esa práctica. Al regresar a casa, ¡qué magnífico sería estudiar las Escrituras a diario en familia! Y si nos vamos de casa, ¡qué bueno sería invitar a nuestros compañeros de cuarto y amigos a estudiar con nosotros! La práctica de tener clases regulares de estudio nos servirían para mantener claras las doctrinas del reino en nuestra mente y dejar de lado la intrusión persistente de las preocupaciones del mundo. Por supuesto, al casarnos, tenemos compañeros eternos con quien podemos estudiar y compartir enseñanzas del Evangelio. Contamos siempre con las Escrituras para profundizar nuestro entendimiento del propósito de la vida y de lo que tenemos que hacer para que ésta sea más satisfactoria y gratificante. Tengan a bien continuar en forma regular la práctica del estudio individual y de compañerismo.

Hago un llamado a ustedes, ex misioneros, para que redediquen su vida, para que renueven su deseo y espíritu del servicio misional. Les llamo para que tengan la apariencia de un siervo, para que sean un siervo y para que actúen como un siervo de nuestro Padre Celestial. Ruego por su renovada determinación de proclamar el Evangelio a fin de que lleguen a participar más activamente en esta gran obra a la que el Señor nos ha llamado a todos a trabajar. Deseo prometerles que hay grandes bendiciones reservadas para ustedes si continúan adelante con el celo que una vez poseyeron como misioneros regulares.

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