jueves, agosto 21, 2008

La Obediencia es más que un mandamiento mecánico (1 Samuel 15:22)

A veces nos preguntamos: ¿Señor, donde estás?, ¿porqué no me bendices?
He aquí algunas de las razones…
No pagamos los Diezmos y las Ofrendas, pero la renta del teléfono de 2.000 minutos libres siempre está al día.
Llegamos tarde a la Reunión Sacramental, pero al día siguiente estamos en nuestros empleos puntuales y dispuestos a trabajar.
Si se nos pide un favor o una asignación en la Iglesia (la cual solamente nos va a requerir unas horas) nos rehusamos y le dejamos la tarea a otro. Sin embargo, si estamos dispuestos a trabajar horasextras y muchas veces los domingos para compensar la semana.
Hacemos el mejor trabajo para ganar la confianza de nuestros patrones, pero no hacemos lo mismo con nuestros llamamientos.
No buscamos los registros de Historia Familiar
porque nos parece aburrido hacerlo; pero muchas veces, pasamos horas y horas chateando en Internet, enviando mensajes de textos o viendo televisión, buscando y haciendo cosas que, en el 85% de los casos no debemos ver y no nos convienen.
Tenemos nuestros gárments rotos y deformes, pero entramos a una tienda y nos gastamos gran cantidad de dinero comprando ropa íntima, que si bien, son de buenos diseños, no nos va a llevar a la exaltación.
Recorremos todo el país (y en ello me incluyo yo), pero hacemos un sacrificio personal de entrar a la Casa del Señor?.
Cuando se trata de entonar el Himno Nacional o los Himnos de la Iglesia, lo hacemos como si sintiéramos vergüenza. Pero si hay un concierto de Winsin y Yandel, Don Omar, Daddy Yanke o cualquier cantante de ése género reconocido, somos capaces de dejar los pulmones vacíos con tan solo sentirnos parte de ellos.
Somos expertos consejeros en belleza, salud, farándula y muchas veces chismes, pero somos incapaces de predicar el Evangelio a las demás personas.
Criticamos al Obispo y/o Presidente de Estaca, pero no somos lo suficientemente creativos para aligerar sus cargas.
Somos buenos prometedores, le decimos a todo el mundo que pertenecemos a la verdadera Iglesia de Jesucristo, pero cuando nos toca arrancar, parece que el motor o el sistema operativo no funcionaran.
Cuando necesitamos de las Ofrendas de Ayuno, ahí estamos nosotros, pero no estamos dispuestos a vender nuestro televisor de pantalla plana, o nuestro DVD Sony y mucho menos cancelar la suscripción de Directv que tenemos.
Gastamos tiempo haciendo cosas que no nos van a ayudar en nada, y un día pasados los 50 años nos preguntamos: ¿Qué he hecho durante todo este tiempo?
Compramos todos los días el periódico y revistas de todas clases, pero no estamos suscritos a la Liahona.
Hacemos un recuento de todos los sucesos del mundo, analizamos y sacamos conclusiones, pero no hacemos lo mismo con las escrituras.


Mientras que los textos universitarios los usamos todos los días para buscar respuestas, nuestras escrituras se llena de polvo y con ansias de ser leídas.
Paseamos por cuanta cantidad de Centros Comerciales y diferentes puntos de la ciudad conocemos, pero fracasamos como Maestros Orientadores.
Muchas veces dejamos en manos del “destino” o “las circunstancias” las cosas que debemos hacer, pero no somos capaces de depositar nuestra fe en el Señor y actuar.
Creemos en el Plan de Salvación, tenemos un fuerte testimonio del Templo y sus ordenanzas, pero cuando nos toca sellarnos, esa doctrina se nos olvida.
Sentimos un fuerte deseo de poder servir en una Misión, ayudar a los demás y bautizar amuchas personas, pero a la edad de 19 años, esos deseos se desvanecen y no sentimos indecisos de que hacer.
Anteponemos todos nuestros proyectos para nuestro propio beneficio, pero no movemos un dedo a favor de la Iglesia y la dejamos decaer como si no tuviera dolientes.
Si el Señor en este momento llegase ¿seríamos dignos de entrar en su presencia?
Ya es hora de que reflexionemos y tomemos conciencia de nuestros actos, nos estamos alejando física y espiritualmente del Señor y no nos estamos dando cuenta…

Por: José Ramírez, de Maracaibo, Venezuela

miércoles, agosto 06, 2008

15 consejos para conseguir el éxito en tus estudios!!




2.- No empieces nunca por lo fácil con la excusa de ir entrando en materia poco apoco. Valdría si hubiera mucho tiempo por delante, pero generalmente no lo hay. Comienza por lo más importante; si no lo haces así, te perturbará la ansiedad de saber que aún tienes pendiente aquella tarea y el nerviosismo te hará aumentar la sensación de impotencia.

3.- Lleva siempre encima una agenda en la que puedas anotar una idea antes de que se te olviden datos que sea necesario recordar.

4.- Conserva pocos papeles. Tira todos los que hayas usado y no sean imprescindibles. Archiva con un método claro todo lo que decidas conservar. Hay quienes pierden más de la mitad del tiempo de estudio en buscar informaciones entre fotocopias y cuadernos.

5.- No comiences nunca a hacer una cosa si no confías seriamente en que puedes realizarla. Cuando se produce un fracaso y no se completa una tarea, se produce una insatisfacción y uno sentimiento de culpabilidad que lleva a perder cantidad de tiempo. Es mejor pedir ayuda cuando sientes que lo necesitas.

6.- Antes de ponerte a estudiar prepara todas las cosas que preveas necesarias. Es conveniente cortar a tiempo las posibilidades de fuga. Quien mucho se levanta, poco interés tiene.

7.- Aprovecha en lo posible tus mejores momentos. ¿Eres de los madrugadores? ¿O prefieres las tardes? Estudia en tus momentos altos de energía. El descanso y la diversión exigen menos concentración.


9.- Con el estómago lleno es difícil de conseguir esta concentración: busca tiempos más oportunos.
10.- Procura trabajar en una mesa en la que sólo tengas las cosas que necesites para el estudio; evita en lo posible el riesgo de distraerte.

11.- Empieza a estudiar con un vistazo general de los temas. Esto ayuda a concentrar la atención y a despertar el subconsciente. Tener un marco de referencia general te ayudará a comprender mejor los pasos de un proceso.
12.- Reserva algún tiempo del día para resolver las cosas triviales, pero necesarias. Evita la sensación de estar pendiente de terminar algo que se ha quedado a medias. Esta sensación es frustrante y quita concentración.

13.- Cuando lo necesites, descansa, relájate, oye música. No esperes a que el cansancio se convierta en agotamiento, pero tampoco diversifiques los objetivos de tu atención haciendo varias cosas a la vez, como estudiar y oír música; las dos cosas a la vez no suelen funcionar bien.
14.- Ponte cómodo para estudiar, postura relajada, ropa floja y cómoda, buena luz.
15.- Pide ayuda cuando la necesites porque no consigues resolver una cuestión. Remite tus dudas al profesor, en clase, pero no dejes pasar un tiempo excesivo para aclararlas. Muchas veces basta con una consulta a tu compañero, pero cuando haga falta hay que recurrir al profesor, con quien siempre hay que mantener una relación personal que facilite estas consultas.

El ex misionero



Élder L. Tom Perry

Del Quórum de los Doce Apóstoles

"Lo que necesitamos es un ejército real de ex misioneros, alistados de nuevo en el servicio".

Ustedes tuvieron el privilegio de ir a muchas partes del mundo con objeto de llevar el mensaje del Salvador: una invitación para venir a Él y gozar de los frutos de Su Evangelio; tuvieron el privilegio de vivir en diversas culturas y de aprender diferentes idiomas. También fue una época para edificar su testimonio personal de la misión de Jesucristo.
Con los años, siempre ha sido un honor para mí conversar con ustedes, ex misioneros; muchos añoran regresar y visitar a la gente a la que tuvieron el privilegio de servir; anhelan compartir momentos de sus experiencias en el campo misional; en sus invitaciones de bodas y en el currículum de trabajo escriben algo que los identifica como ex misioneros. A pesar de que ya no llevan una placa misional, parecen ansiosos de identificarse a sí mismos como alguien que ha servido al Señor como misionero; además, recuerdan eso con afecto puesto que descubrieron el gozo del servicio en el Evangelio.
También he aprendido por nuestras conversaciones que la adaptación después de salir del campo misional y el regreso al mundo que dejaron atrás a veces es difícil. Tal vez sea difícil mantener vivo el espíritu de la obra misional cuando se deja de ser misionero regular de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

¿No sería acaso éste un momento oportuno para realizar una autoevaluación a fin de determinar si todavía tenemos la misma relación con nuestro Padre Celestial que la que tuvimos con Él en el campo misional? Si el mundo nos ha apartado de la práctica de la oración, entonces hemos perdido un gran poder espiritual. Quizás sea el momento de reavivar nuestro espíritu misional a través de una oración más frecuente, constante y poderosa.

Al salir del campo misional, ya no tenemos más compañeros que nos ayuden a disciplinar nuestros hábitos de estudio, pero eso no significa que se deba discontinuar esa práctica. Al regresar a casa, ¡qué magnífico sería estudiar las Escrituras a diario en familia! Y si nos vamos de casa, ¡qué bueno sería invitar a nuestros compañeros de cuarto y amigos a estudiar con nosotros! La práctica de tener clases regulares de estudio nos servirían para mantener claras las doctrinas del reino en nuestra mente y dejar de lado la intrusión persistente de las preocupaciones del mundo. Por supuesto, al casarnos, tenemos compañeros eternos con quien podemos estudiar y compartir enseñanzas del Evangelio. Contamos siempre con las Escrituras para profundizar nuestro entendimiento del propósito de la vida y de lo que tenemos que hacer para que ésta sea más satisfactoria y gratificante. Tengan a bien continuar en forma regular la práctica del estudio individual y de compañerismo.

Hago un llamado a ustedes, ex misioneros, para que redediquen su vida, para que renueven su deseo y espíritu del servicio misional. Les llamo para que tengan la apariencia de un siervo, para que sean un siervo y para que actúen como un siervo de nuestro Padre Celestial. Ruego por su renovada determinación de proclamar el Evangelio a fin de que lleguen a participar más activamente en esta gran obra a la que el Señor nos ha llamado a todos a trabajar. Deseo prometerles que hay grandes bendiciones reservadas para ustedes si continúan adelante con el celo que una vez poseyeron como misioneros regulares.

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